= Der Traum =

= Der Traum =

Letzte Nacht habe ich geträumt,
dass du hier warst, bei mir…
Welch wunderschöner Traum!
Doch beim Aufwachen, mein Freund
warst du nicht mehr hier:
du bist einfach abgehau‘n!

Wenn ich wieder mal von dir
und von deiner Liebe träume,
werde ich mich anders verhalten!
Denn du bist mein Elixier
und ich darf nicht mehr versäumen
dich für immer festzuhalten.

Oh, ich werde heute Nacht
in deine Träume eindringen
und dich küssen und verführen.
Denn ich möchte dir die Pracht
meiner Leidenschaft vorbringen
und dafür werde ich dich entführen.

Und ich werde dich dann führen
zu einem verzauberten See
an einen magischen Ort,
wo ich dein Herz berühren
werde, wie eine gute Fee
an einem zauberhaften Fjord.

Und wir werden beide hoffen,
diesen Traum weiter zu träumen
und uns auf ewig zu umarmen.
Unsere Seelen, die sich getroffen
zwischen kunterbunten Bäumen,
schwebend in Morpheus Armen.

Ich werde dich, ganz ohne Pause
stundenlang liebkosen,
ungehemmt und zügellos!
Und wenn du erwachst, bei dir zuhause,
wirst du meinen Duft nach Rosen
noch immer riechen, zweifellos!

© Evy is Online

Dieses Gedicht habe ich 1998 auf Spanisch geschrieben und 2018 ins Deutsche übersetzt.

Das Foto aus dem Titelbild habe ich im Jahr 2015 im malerischen Städtchen Collioure in Südfrankreich gemacht.

Und hier die spanische Version / Y aquí la versión en español: El sueño

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= El sueño =

= El sueño =

Anoche yo soñé
que estabas aquí
¡Oh maravilla!
Mas cuando desperté
ya no te ví:
¡Qué pesadilla!

Cuando vuelva a soñar
contigo mi amor
¡te voy a retener!
para al despertar
sentir tu calor
y sentir tu querer.

Me voy a mezclar esta noche
en tus sueños, corazón,
y te voy a besar,
te regalaré el derroche
de mi ardiente pasión…
¡te voy a raptar!

Te voy a llevar
a un lago encantado,
a un sitio de ensueño
y te voy a amar
como nadie te ha amado
y te haré mi dueño.

Y será nuestro deseo
el seguir soñando
esta bella ilusión,
y en los brazos de Morfeo
nos seguiremos amando
con mucha pasión.

Te amaré sin cesar
hasta el amanecer
¡con locura!
y verás que al despertar
el sabor de mi querer
aún perdura.

© Evy is Online

Este poema lo escribí en español en 1998 y lo traduje al alemán en 2018

Y aquí la versión en alemán: Der Traum

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Italy: Sardinien / Cerdeña (Sardeña)

Hinweis: Um das komplette Fotoalbum zu sehen, bitte herunterscrollen.
Aviso: El álbum completo de fotos lo encuentras más abajo en esta misma página.

In diesem Album möchte ich euch ein paar Aufnahmen von Sardinien vorstellen, wo wir mit dem Wohnmobil im Jahr 2013 waren.

En este álbum quisiera compartir unas fotos de la isla italiana de Cerdeña, donde estuvimos con la casa rodante en el año 2013.

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Spaghetti Currynese

Spaghetti Currynese

Da wir zuhause alle Spaghetti lieben, mein Sohn jedoch kein Fan von Spaghetti Bolognese ist, wollte ich eine Alternative für die Bolognese-Soße kreieren. Wie die Bolognese, sollte auch meine Soße Hackfleisch, jedoch nicht vom Rind oder Schwein, sondern vom Geflügel beinhalten. Und anstatt aus Tomaten sollte die Soße aus Curry und Orangen bestehen. Und das hier ist, was dabei herausgekommen ist. Wir waren alle begeistert und so wurde dieses Gericht, welches mein Sohn „Spaghetti Currynese“ (als Pendant zu Spaghetti Bolognese) genannt hat, ein fester Bestandteil unserer familiären Esskultur.

Zutaten:

  • 650 Gramm Puten- oder Hähnchenhackfleisch
    (alternativ Puten- oder Hähnchenbrust zum selber hacken)
  • 1 kleine oder 1/2 große Zwiebel
  • 1 Karotte
  • ½ Zucchini
  • 1 TL Knoblauchpaste
  • 1 TL Ingwerpaste
  • Salz (bitte nur wenig – besser bei Bedarf nachwürzen als die Soße zu versalzen!)
  • Pfeffer nach Geschmack
  • 1 EL Currypulver
  • etwas frischer Currykraut, fein geschnippelt (falls nicht vorhanden: geht auch ohne!)
  • 1 Schöpflöffel Hühnerbrühe (oder ½ TL Hühnerpaste in ½ Glas Wasser aufgelöst)
  • 1 Orange
  • 2 EL Maisstärke
  • 1 Schuss Sojasoße
  • 1 Limette
  • Koriander (falls nicht vorhanden oder falls man keinen Koriander mag, kann man auch Petersilie nehmen)

Zubereitung:

  • Falls das Fleisch bereits gehackt ist, dann nur die Zwiebel und die Karotte mithilfe einer Küchenmaschine fein hacken. Falls das Fleisch noch nicht gehackt ist, können die Zwiebel und die Karotte im Fleischwolf zusammen mit dem Fleisch mitgehackt werden.
  • Die Zucchini ebenfalls ganz fein hacken, aber mit dem Messer, weil sie weicher ist und wir nicht wollen, dass sie püriert wird.
  • Fleisch, Zwiebel, Karotte und Zucchini in einer Pfanne anbraten. Fleisch und Gemüse können zusammen angebraten werden, jedoch empfehle ich dir, das portionsweise zu tun, damit sich keine Brühe bildet.
  • Knoblauchpaste mit etwas Öl in einem kleinen Topf goldbraun anbraten, Ingwerpaste, Salz, Pfeffer, Currypulver und Currykraut hinzugeben und mit der Brühe ablöschen.
  • Den Saft der Orange auspressen und in die Soße geben.
  • Maisstärke in etwas kaltem Wasser auflösen, in die Soße geben und noch ein paar Minuten bei schwacher Hitze köcheln lassen.
  • Anschließend einen Schuss Sojasoße und den Saft der Limette dazugeben, noch einmal umrühren und probieren. Bei Bedarf nachwürzen.
  • Die Soße in die Pfanne zum Fleisch geben und alles gut vermischen. Fertig ist die Currynese!
  • Die Soße über die Spaghetti servieren und mit frischem Koriander garnieren. Köstlich!

Und hier das Rezept auf Spanisch / Y aquí la receta en español: Tallarines a la Currynese

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Tallarines a la Currynese

Tallarines a la Currynese

Como en casa a todos nos gustan los tallarines*, pero mi hijo no es muy aficionado a la salsa boloñesa**, un buen día decidí inventar una alternativa. Mi salsa tenía que contener carne molida igual que la boloñesa, mas no de res ni de cerdo, sino de pavo o pollo. Y en lugar de tomate, mi salsa habría de ser a base de curry y naranja. La receta que hoy les presento es el resultado de aquella creación que nos resultó gustando tanto que se ha convertido en uno de nuestros platos favoritos. Ah, por cierto: el nombre “currynese” lo inventó mi hijo porque hace juego con “bolognese”.

Notas:

* En Perú a los espaguetis les llamamos tallarines, aunque sé que en España y probablemente también en otros países los tallarines son más bien unos fideos anchos parecidos a los “fetuccine”.

** Salsa boloñesa se le llama a la salsa de tomate con carne molida. El nombre original de este plato italiano es “Spaghetti alla Bolognese”.

Ingredientes:

  • 650 gramos de carne molida de pavo o de pollo
    (o bien pechuga de pavo o de pollo para molerla uno mismo)
  • 1 cebolla grande o ½ cebolla mediana
  • 1 zanahoria
  • ½ zucchini (= calabacín)
  • 1 cucharadita de pasta de ajo
  • 1 cucharadita de pasta de kión (= jengibre)
  • sal (recomiendo no usar mucha – es mejor añadirle en casi necesario que salar demasiado la salsa)
  • pimienta al gusto
  • 1 cucharada de curry
  • unas hojitas picadas de siempreviva (es una hierba cuyo sabor se parece mucho al curry – si no la consigues, no te preocupes: también puedes prescindir de ella)
  • Una cucharada de caldo de pollo (o ½ cubito de pollo disuelto en ½ vaso de agua)
  • 1 naranja
  • 2 cucharadas de maicena
  • 1 chorrito moderado de sillao (= salsa de soja)
  • 1 limón
  • culantro (= cilantro)

Preparación:

  • Si la carne ya está molida, entonces pasa a picar la cebolla y la zanahoria – si tienes una picadora, pues tanto mejor, para que queden bien finitas. Si tienes una moledora de carne y vas a moler tu carne tú mismo, también puedes moler la cebolla y la zanahoria con la misma moledora.
  • El zucchini o calabacín recomiendo picarlo igual de finito, pero con un cuchillo para que no se deshaga, ya que es más blando y en la picadora o moledora podría convertirse en puré.
  • Dorar la carne, la cebolla, la zanahoria y el zucchini en una sartén. Aunque puedes dorar la carne y las verduras juntas, recomiendo hacerlo por porciones para que se dore todo bien sin que se forme un caldo en la sartén.
  • En una olla pequeña, dorar la pasta de ajo hasta que se ponga doradita. Añadirle la pasta de kión, sal, pimienta, curry y la siempreviva. Luego agregar el cado y revolver bien.
  • Exprimir el jugo de la naranja y añadírselo a la salsa.
  • Disolver la maicena en un poco de agua fría, agregarla a la salsa, revolver y dejar que hierva a fuego lento unos minutos.
  • Finalmente, echarle un chorro de sillao y el jugo del limón, mezclar y probar. De ser necesario, añadir sal.
  • Incorporar la salsa a la sartén y mezclarla bien con la carne – ¡y ya está lista la currynese!
  • Servir la salsa sobre los tallarines y decorar con el culantro – ¡riquísimo!

Y aquí la receta en alemán / Und hier das Rezept auf Deutsch: Spaghetti Currynese

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De Dios y del mundo

De Dios y del mundo

En alemán, “hablar de Dios y del mundo” es una expresión idiomática que significa “hablar de todo un poco y de nada en especial”. Sin embargo, en este artículo no pretendo escribir sobre trivialidades, sino más bien compartir literalmente mis reflexiones sobre “Dios” y sobre “el mundo” con mis lectores.

Y es que hay tantísimas religiones y teorías distintas sobre Dios, sobre el sentido de nuestra vida en este nuestro mundo que es la Tierra y sobre lo que viene después de la muerte. Hay quienes creen en el Cielo y el Infierno y para algunos existe además el Purgatorio. Por otro lado, hay quienes están convencidos de que después de la muerte no hay nada y la vida se acaba. Una idea muy deprimente – pero por suerte vivimos en una sociedad en la que somos libres de decidir nosotros mismos lo que queremos creer.

Tuve una educación católica, mas no rigurosamente católica. Cuando uno nace en el Perú, normalmente es automáticamente católico y por lo mismo es bautizado, claro que con algunas pocas excepciones. Fui a un colegio laico, pero tenía clases de religión como curso fijo en el sistema escolar e incluso recuerdo muy claramente el día de mi Primera Comunión. Mis padres no eran ni religiosos ni agnósticos, siempre fueron simplemente personas buenas que conocen y respetan las convicciones morales de la sociedad y que nos educaron concorde a ellas. En cambio, mi abuelita sí era un poco más cucufata, aunque al igual que el resto de la familia, tampoco solía ir a la iglesia. Pero recuerdo que le gustaba rezar y que me enseñó una Oración al Espíritu Santo que me aprendí de memoria cuando era niña. Un día en mi adolescencia encontré en un estante de la casa un librito llamado Jesús, era la biografía de Jesús y me gustó tanto que lo leí varias veces. De algún modo, aquel librito me conmovió mucho y cada vez que llegaba al pasaje en el que Jesús era traicionado y crucificado, terminaba llorando…

Desde aquel entonces han pasado varias décadas y mi idea de Dios y mi forma de ver la religión han ido cambiando con el paso de los años. Ya no me considero católica ni tampoco cristiana, pero eso no quiere decir que no crea en lo Divino, en Jesús e incluso hasta en milagros. Y es que todos los días ocurren milagros (sólo hay que abrir los ojos para verlos), y en cuanto a Jesús, pues estoy convencida de que existió – aunque quizás haya sido “solo” un profeta. Pero debe de haber sido un profeta muy grandioso con un mensaje muy poderoso para que tantísimos millones de personas hasta el día de hoy, más de 2000 años después, sigan creyendo en él y festejando su nacimiento, su muerte y su resurrección – aunque lamentablemente, la mayoría parece no haber entendido nunca sus enseñanzas o se las han olvidado. Yo personalmente no pretendo para nada negar la existencia de Jesús, es más, lo considero un santo que nació con la misión de propagar bondad y valores morales entre los hombres.

Es una lástima que la religión sea instrumentalizada tan a menudo para ejercer poder, que el mensaje de la Biblia haya sido tergiversado en el transcurso de los siglos y que haya tantas guerras y se maten a tantas personas – supuestamente en nombre de Dios, o de Alá o como Lo quieran llamar – ¡y eso hasta el día de hoy y en pleno siglo 21! Considerando todo esto, no es de sorprenderse que cada vez más personas se aparten de la iglesia.

Sí, yo también me he apartado de la iglesia porque me he vuelto más escéptica a este respecto. Y debo reconocer que se me ponen los pelos de punta cada vez que alguien cree tener que convertirme y convencerme de sus propias creencias, exigiendo que me crea a ciegas todo lo que él (o ella) cree. ¡Siendo la fe algo tan personal, tan íntimo! Habiendo tantísimas posibilidades distintas de interpretar la fe, la religión y a Dios como cada quien lo siente. Y por eso me parece de gran importancia que todos respetemos las creencias de los demás en lugar de querer imponer a los demás sus propias creencias a toda costa. Claro que podemos conversar, compartir e intercambiar ideas – así como yo lo estoy haciendo ahora con estas líneas. Pero sin obligar a nadie a cambiar su punto de vista. Como dije antes: Por suerte (o mejor dicho “gracias a Dios”) vivimos en una sociedad y en una época en la que somos libres de decidir en qué queremos creer. ¿Y saben qué? También yo soy creyente, aunque para ti quizás suene como si no creyera en nada.

Puede que te haga gracia, pero, aunque me considero una persona bastante racional, también yo creo en Dios – a mi manera. Y también creo en milagros y en ángeles y – no te rías – hasta en “fantasmas” – pues fantasmas son espíritus, de cuya existencia no tengo ninguna duda.  La pregunta es… ¿Qué es Dios para mí? ¿Dónde está? ¿Y qué pinta tiene? ¿Tiene aspecto de humano, es gigantesco o es solo tan pequeño o tan grande como tú y yo? Estas son preguntas que me he ido planteando una y otra vez durante muchos años, así como la pregunta sobre si hay una vida después de la muerte y si existen el Cielo y el Infierno.

Pero también me he preguntado a menudo si Dios realmente creó al hombre – o viceversa. Eso sonará como una blasfemia, pero considerando que Dios es omnipotente y que está en cada uno de nosotros, la idea no es tan descabellada. Claro que Dios existía ya antes que el hombre – sin duda alguna. Pero cuando sostengo que el hombre creó a Dios y no al revés, me refiero a la imagen que el hombre tiene de Dios. Con mayor exactitud a la idea de que Dios tenga el aspecto de un ser humano – y esta idea es para mí tan inimaginable que solo me la puedo explicar con la necesidad del hombre de ver a Dios a su propia semejanza – lo cual para mí es peor que blasfemia, lo siento.

Y es que Dios es algo mucho más grande que el hombre. Dios es (al menos así me lo imagino yo) la naturaleza – de la cual todos formamos parte. Y la naturaleza (y con ella todos y cada uno de nosotros) tiene algo bueno, algo divino. Y de la misma forma hay en la naturaleza – así como en cada uno de nosotros – algo malo, es decir algo diabólico. Dos polos opuestos que se complementan – como Yin y Yang. Claro que hay personas que tienen más de divino y otras que tienen más de diabólico, sin embargo, estoy convencida de que no hay personas exclusivamente buenas o exclusivamente malas – pues también las personas malas tienen algo de bueno, que a menudo no podemos ver porque su lado malo que predomina, lo oculta. Y ahora quiero ir aún más allá con mis cavilaciones y sostengo que las personas malas son incluso necesarias, que tienen su razón de ser y quizás hasta una misión. ¿Pues acaso reconoceríamos y apreciaríamos todo lo bueno si no conociéramos lo malo? Y por último, las acciones de las personas malas (o mejor dicho sus errores) están ahí para que aprendamos una lección – a través de la cual vamos mejorando cada vez un poquito más.

Pero claro que ésta es mi propia interpretación de Dios y aunque me encanta compartirla aquí contigo y mis lectores, repito que no quiero imponérsela a nadie. Todos somos libres de formarnos nuestras propias ideas – lo único que realmente importa es que sepamos reconocer los principios morales en los que está basado “lo bueno” o “lo Divino”, y que vivamos conforme a ellos. Esos principios son (entre muchísimos otros) el amor, el respeto, la tolerancia, la humildad, la generosidad, la caridad, la honradez, la fidelidad, la lealtad, la modestia, la amabilidad.

Yo pienso que todas las religiones tienen algo en común: Todas predican los mismos principios morales. O al menos ésa era originalmente su intención, solo que su verdadero mensaje muchas veces lamentablemente se pierde con tanta tergiversación, malinterpretación o afán de poder. Y por eso me he hecho mis propias ideas sobre las cuales hoy me ha provocado reflexionar.

Hasta aquí todo está muy bien. Pero ahora nos queda la pregunta sobre si hay una vida después de la muerte o no. ¿Qué piensas tú que te espera cuando se le acabe la vida a tu cuerpo? ¿Tú también crees que hay un Cielo y un Infierno? ¿O crees más bien en la reencarnación? ¿O eres de los que afirman que después de la muerte no hay nada y que todo se acaba? Y de ser así, ¿a dónde van a parar todos nuestros pensamientos, nuestras experiencias, nuestros recuerdos y sentimientos? ¿Realmente eso fue todo?

Disculpa, pero me es imposible aceptar esa opción para mí. No sabría explicar por qué, pero siempre he estado convencida de que nuestra alma sigue viviendo cuando nuestro cuerpo muere. También creo firmemente en la reencarnación, pero dónde y cuándo nos reencarnamos es un tema que siempre me ha dado mucho que pensar. Me gusta pensar que nuestra alma sigue viviendo y también que se reencarna – mas no inmediatamente. Yo creo que, antes de reencarnarnos, aún seguimos un tiempo en la tierra en forma de espíritus o quizás incluso de ángeles (aunque invisible para aquéllos que nos conocieron). Y esta idea se afianzó aún más cuando mi madre falleció, ya que después de su muerte he sentido su presencia muchísimas veces – no solo en los mismos lugares en los que yo me encontraba, sino también en mis sueños, en los que se me apareció más de una vez. Soñé mucha veces con ella y mis sueños eran tan hermosos y sobre todo tan reales que me era imposible creer que eran simplemente sueños “normales”. Mi madre me ha visitado de muy distintas maneras después de su muerte, de ello estoy convencida. Y un buen día, muchos años después de su fallecimiento, tuve una experiencia bien curiosa: Estaba en la sala cuando de pronto empecé a pensar muy intensamente en mi madre – así repentinamente y sin razón alguna. Y sentí una tristeza tan profunda que me puse a llorar. En ese momento supe que mi madre acababa de despedirse para siempre de mí y que nunca más me volvería a visitar porque le tocaba irse a otro lugar. Me imagino que se mudó a algo así como otro nivel, posiblemente para reencarnarse. Claro que, para mí, mi madre aún sigue aquí, porque la llevo siempre en mi corazón. Tengo muchos recuerdos hermosos de ella (y aquellos que quizás no fueron tan hermosos, los he convertido en mi memora en recuerdos positivos). Y la veo todos los días, cada vez que me miro al espejo en las mañanas, porque me le parezco tanto que no podría negar que un pedacito de ella sigue viviendo dentro de mí.

Un buen amigo de antaño estaba convencido de que somos solo materia y que después de la muerte no hay nada. Una idea muy triste que mi corazón se niega a aceptar. Así se lo dije en aquel entones, aunque claro que tenía que respetar su posición – ¿qué me quedaba? Mas cuando él enfermó gravemente y los dos sabíamos que muy pronto se iba a morir, le pedí que, en caso de que yo tuviera razón y su alma siguiera viva después de su muerte, me mandara una señal desde “el más allá”. Y desde ese entonces, muchas veces cuando estoy en mi cocina tengo la impresión de como si alguien estuviera de pronto allí parado atrás de mí, aguaitándome mis ollas. No sé si realmente se tratará de mi difunto amigo, queriendo darme la señal prometida, pero me gusta la idea. A veces incluso tengo la impresión de que me anda subiendo la temperatura de las hornillas, como un chiquillo travieso haciéndome una mala pasada. Pero así era Günter, muy chistoso y siempre dispuesto a hacerme reír. Y cada vez que siento su presencia, le digo ¡hola Günter!, y cuando me sube las hornillas y la comida se me quema, regaño con él – aunque nunca me molesto en serio. ¿Cómo podría enojarme con él si me está dando la señal prometida de una manera tan simpática?

¿Pero qué pasa cuando nuestra estadía en la Tierra se termina definitivamente – y ya no podemos seguir aquí ni en forma de fantasmas? ¿A dónde se va nuestro espíritu, a dónde nuestra alma? Aunque siempre he creído en la reencarnación, durante mucho tiempo fui tan ingenua como para creer que volveríamos a nuestro planeta Tierra que tan bien conocemos y que tan familiar nos es. También pensaba que el Cielo y el Infierno estaban aquí mismo, en la Tierra, y que cuando nos reencarnamos, volvemos a la Tierra, pero a un entorno feliz si nos merecemos el Cielo, o bien a un entorno menos agradable si lo que nos merecemos es el Infierno, para hacer penitencia y aprender a hacer mejor las cosas en una próxima vida. Pero esta idea ya la descarté. Una vez estaba conversando con unas amigas sobre la vida después de la muerte cuando una de ellas dijo: “en la reencarnación sí creo, ¿pero por qué habríamos de volver a la Tierra otra vez?” Y cuando le pregunté: “¿Y si no es a la Tierra, a qué otro lugar?” A lo que ella me respondió: “Pues a otro nivel, claro está”. En un primer momento me pareció como si estuviera hablando de un nuevo “level”, como si estuviéramos hablando de un juego de computadora – pero me dejó pensando. Y luego vino un día mi hijo y me enseñó un vídeo fascinante en YouTube: „10 Scary Yet Beautiful Facts About Space & Us“ que me hizo tomar consciencia de lo minúscula que es la Tierra comparada con otros planetas o con nuestro sol, de cuán insignificante es nuestro sistema solar comparado con otros sistemas solares que son millones de veces más grandes que el nuestro, y de cuántos billones y trillones de sistemas solares y galaxias hay en el universo… Me venció una gran humildad al tomar consciencia de la infinidad del universo y entonces me percaté de lo arrogante y presuntuosa que había sido todo ese tiempo al reducir las posibilidades para una reencarnación a la nimiedad de la Tierra. (Sin embargo, en ese momento entendí por qué la Biblia habla del “Cielo” en el sentido de un lugar que está fuera de nuestro alcance… y quién sabe, quizás al hablar del Cielo hasta se refiere a otra galaxia – ¿por qué no?)

Como quiera que sea – aunque yo tampoco sé a dónde nos llevará nuestro último viaje – que probablemente tampoco será el último – lo que sí sé es que simplemente creo en una vida después de la muerte, por lo cual no tengo miedo a morir (aunque claro que todavía no estoy dispuesta y pienso que me falta mucho para ello, ya que todavía tengo muchas cosas por hacer en esta vida). De todas formas, estoy convencida de que, al morir, primero seguimos viviendo sin espacio ni tiempo en una especie de mundo paralelo, flotando libres de nuestro cuerpo, de la gravedad y de las ataduras de la sociedad…. Y luego volvemos a tomar forma y a nacer – sea en esta Tierra o en otro nivel, en otra galaxia o en un mundo invisible para nosotros… ¡pero nuestro espíritu y nuestra alma siguen viviendo! Parcialmente queda un pedacito de nosotros aquí en la Tierra (en nuestros hijos y en nuestros actos y obras que estamos dejando aquí) y parcialmente en otra dimensión, aún desconocida para nosotros, y que me interesará mucho conocer algún día cuando me toque el turno. Pero para eso todavía falta mucho (muchísimo) tiempo, pues como ya les dije: Todavía tengo muchos planes aquí en la Tierra, como por ejemplo escribir muchos más artículos para mi blog, viajar a otros países, conocer a más gente y otras culturas que con garantía habrán de enriquecer mi alma.

Pero claro que estas son mis propias ideas y cada quien es libre de creer en aquello que más plausible le parezca…

¿Y en qué crees tú? Si te provoca compartir tus ideas y reflexiones conmigo y mis lectores, ¡no dudes en dejarme un comentario!

Con muchos saludos filosóficos

Evy ❤

Y aquí el artículo en alemán / Und hier der Artikel auf Deutsch: Über Gott und die Welt

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Über Gott und die Welt

Über Gott und die Welt

Wenn man „über Gott und die Welt“ sagt, dann meint man normaler­weise, dass man „über alles Mögliche und nichts Bestimmtes redet“. In diesem Beitrag möchte ich allerdings nicht über irgendwelche Belanglosigkeiten schreiben, sondern meine Gedanken wortwörtlich über „Gott“ und über „die Welt“ mit meinen Lesern teilen.

Es gibt nämlich so viele unterschiedliche Religionen und Theorien über Gott, über den Sinn unseres Lebens auf dieser Welt, die wir Erde nennen, und über das, was nach dem Tod kommen soll. Manche glauben an Himmel und Hölle, für andere gibt es noch zusätzlich ein Fegefeuer und manch anderer ist fest davon überzeugt, dass nach dem Tod gar nichts mehr kommt und es dann aus und vorbei ist mit uns. Eine deprimierende Vorstellung – aber zum Glück leben wir in einer Gesellschaft, in der wir frei sind, selbst zu entscheiden, woran wir glauben wollen.

Ich wurde katholisch erzogen, aber nicht streng katholisch. Wenn man in Peru geboren wird, ist man in der Regel automatisch katholisch und wird dann auch getauft – mit einigen Ausnahmen natürlich, die aber zur Minderheit zählen. Ich ging in eine Schule, die nicht religiös war, aber wir hatten auch Religion als Schulfach und ich kann mich sogar an den Tag meiner Erstkommunion ganz gut erinnern. Meine Eltern waren weder religiös noch Agnostiker, sie waren immer einfach gute Menschen, die die moralischen Vorstellungen der Gesellschaft kennen und respektieren und uns entsprechend erzogen haben. Meine Oma war da etwas frommer, auch wenn sie – wie der Rest der Familie – nie in die Kirche ging, aber sie hat gerne gebetet und mir sogar ein schönes Gebet an den Heiligen Geist beigebracht, welches ich als Kind auswendig kannte. Als Jugendliche entdeckte ich einmal zuhause in einem Regal ein schmales Büchlein mit dem Titel Jesus, es erzählte die Lebensgeschichte Jesu als Biografie und ich habe es gerne und mehrmals gelesen. Dieses Buch ist mir damals sehr nahegegangen und ich musste jedes Mal weinen, wenn ich die Stelle mit dem Verrat und der Kreuzigung erreichte…

Seitdem sind ein paar Jahrzehnte vergangen und mein Bild über Gott und meine Einstellung zur Religion hat sich im Laufe der Zeit verändert. Ich gehöre nicht mehr dem Katholizismus und auch nicht dem Christentum an, aber das bedeutet nicht, dass ich nicht an das Göttliche, an Jesus oder sogar an Wunder glaube! Wunder geschehen tagtäglich (wir müssen nur die Augen dafür öffnen), und was Jesus angeht, so bin ich fest davon überzeugt, dass es ihn gegeben hat – auch wenn er vielleicht „nur“ ein Prophet war. Allerdings muss er ein ganz schön mächtiger Prophet mit einer gewaltigen Botschaft gewesen sein, wenn man bedenkt, dass es ihm gelungen ist, dass so viele Millionen von Menschen heute noch, über 2000 Jahre später, an ihn glauben und seine Geburt und seinen Tod und Auferstehung feiern – auch wenn die meisten wohl den Sinn seiner Lehren nie wirklich verstanden oder vergessen haben. Ich jedenfalls möchte Jesus Existenz auf keinen Fall leugnen und halte ihn persönlich für einen Heiligen, der mit der Mission geboren wurde, Güte und moralische Werte unter den Menschen zu predigen.

Nur zu schade, dass Religion viel zu oft missbraucht wird, um Macht auszuüben, dass die Botschaft der Bibel im Laufe der Jahrhunderte so vollkommen verdreht worden ist und dass so viele Kriege geführt und Menschen getötet werden – angeblich im Namen Gottes, oder Allahs, oder wie auch immer Er genannt werden mag – und das heute noch, im 21. Jahrhundert! Dann braucht man sich nicht zu wundern, wenn immer mehr Menschen aus der Kirche austreten.

Ja, ich bin auch aus der Kirche ausgetreten, weil ich dem allen gegenüber immer skeptischer geworden bin. Und ich muss gestehen, dass sich mir die Haare zu Berge stellen, wenn jemand meint, mich unbedingt bekehren und von seinem Glauben überzeugen zu müssen und erwartet, dass ich alles blind glaube, woran er selbst glaubt. Dabei ist der Glaube etwas so Persönliches, so Intimes! Und es gibt so unendlich viele verschiedene Möglichkeiten, Glaube, Religion und Gott für sich zu interpretieren. Und deshalb finde ich es ungemein wichtig, dass jeder den Glauben der anderen respektiert und nicht mit aller Macht versucht, seine eigenen Überzeugungen durchzusetzen. Natürlich kann man sich darüber unterhalten und seine Gedanken teilen – so wie ich es gerade in diesen Zeilen mache. Aber ohne den anderen die eigenen Ideen aufzwingen zu wollen. Wie bereits gesagt: Zum Glück (oder auch „Gott sei Dank“) leben wir in einer Gesellschaft und in einer Zeit, in der wir frei sind, selbst zu entscheiden, woran wir glauben. Und ja, ich habe auch meinen Glauben – auch wenn es sich für dich jetzt vielleicht so anhört, als würde ich an gar nichts glauben.

Du wirst lachen, aber obwohl ich mich für einen ziemlich rational denkenden Menschen halte, glaube ich auch an Gott – auf meine Weise. Und ich glaube auch an Wunder und an Engel und – bitte nicht lachen – sogar an Geister! Die Frage ist nur… Was ist Gott für mich? Wo ist er, und wie sieht er aus? Hat er eine menschliche Gestalt, ist er riesengroß oder nur so klein oder so groß wie du und ich? Diese Fragen habe ich mir im Laufe der Jahre immer wieder gestellt, genauso wie die Frage nach einem Leben nach dem Tod und ob es wirklich Himmel und Hölle gibt.

Ich habe mich aber auch oft gefragt, ob Gott wirklich den Menschen geschaffen hat – oder umgekehrt. Das mag vielleicht wie Gotteslästerung klingen, aber wenn man bedenkt, dass Gott allgegenwärtig ist, und dass er in jedem von uns ist, dann ist der Gedanke nicht mal so abwegig. Natürlich war Gott vor den Menschen da – gar keine Frage. Aber wenn ich behaupte, dass der Mensch Gott geschaffen hat und nicht umgekehrt, so meine ich das Bild, das die Menschen von Gott haben. Genauer gesagt die Vorstellung, dass Gott wie ein Mensch aussehen soll – und das ist für mich nämlich so unvorstellbar, dass ich mir das nur so erklären kann, dass der Mensch dieses Bild aus dem Bedürfnis heraus, Gott eine menschliche Gestalt zu verleihen, kreiert hat. Und das, lieber Leser, das halte ich viel eher für Gotteslästerung – tut mir leid.

Denn Gott ist etwas viel Höheres als der Mensch. Gott ist – so stelle ich Ihn mir zumindest vor – die Natur, von der wir alle ein Teil sind. Und in der Natur (und somit auch in jedem von uns Menschen) gibt es etwas Gutes, also etwas Göttliches. Und genauso gibt es in der Natur – sowie auch in jedem Menschen – etwas Schlechtes, also etwas Teuflisches. Zwei Gegensätze die sich gegenseitig ergänzen – wie Yin und Yang. Natürlich haben manche Menschen mehr Göttliches und andere mehr Teuflisches in sich, aber ich bin fest davon überzeugt, dass es keine ausschließlich guten oder ausschließlich schlechten Menschen gibt – auch schlechte Menschen haben mit Sicherheit etwas Gutes, auch wenn das häufig von seinen schlechten Handlungen ausgeblendet wird. Und nun möchte ich das Rad weiterspinnen und behaupte, dass schlechte Menschen sogar notwendig sind, ja, dass sie einen Sinn haben und vielleicht sogar eine Mission. Denn würden wir all das Gute überhaupt anerkennen und zu schätzen wissen, wenn wir nicht das Schlechte kennen würden? Und schließlich sind die Handlungen von schlechten Menschen, also deren Fehler dazu da, damit wir alle etwas dazu lernen – um selbst immer ein bisschen besser zu werden.

Aber das ist natürlich nur meine eigene Interpretation von Gott, die ich gerne mit dir und jedem meiner Leser teile, aber niemandem aufdrängen will. Jeder ist frei, sich sein einziges Bild zu machen – das einzig Wichtige dabei ist, dass wir die moralischen Prinzipien, auf denen „das Gute“ bzw. „das Göttliche“ basiert, anerkennen und nach ihnen leben. Und diese sind Liebe, Respekt, Toleranz, Demut, Großherzigkeit, Erbarmen, Rechtschaffenheit, Empathie, Treue, Loyalität, Genügsamkeit, Freundlichkeit… um nur einige von vielen zu nennen.

Ich denke, dass alle Weltreligionen eines gemeinsam haben: Sie predigen alle dieselben moralischen Prinzipien. Oder zumindest war das die ursprüngliche Absicht, nur dass deren tatsächliche Botschaft leider sehr oft durch Verdrehung, Missinterpretation oder gar Machtgier untergeht. Und deshalb habe ich mir mein eigenes Bild gemacht, über welches ich heute Lust habe zu sinnieren.

Soweit so gut. Aber nun bleibt die Frage nach dem Leben nach dem Tod. Was denkst du, was dich erwartet, wenn dein Körper nicht mehr lebensfähig ist? Denkst du auch, dass es einen Himmel und eine Hölle gibt, oder glaubst du eher an Wiedergeburt? Oder gehörst du vielleicht zu den Menschen, die denken, dass nach dem Tod gar nichts mehr kommt und dass das alles war? Und wenn dem so wäre – wo gehen dann all unsere ganzen Gedanken, unsere Erfahrungen, Erinnerungen und Gefühle hin? Soll das wirklich alles gewesen sein?

Entschuldigung, aber das kann ich für mich einfach nicht so akzeptieren. Ich kann nicht erklären warum, aber ich war schon immer der Überzeugung, dass unsere Seele nach dem Tod unseres Körpers weiterlebt. Ich glaube auch fest an Wiedergeburt, aber die Frage, wo und wann wir wiedergeboren werden, beschäftigt mich natürlich auch. Gerne stelle ich mir vor, dass unsere Seele weiterlebt und auch wieder geboren wird – allerdings nicht sofort. Der Gedanke, dass wir, bevor wir wiedergeboren werden, noch eine Weile als Geister oder gar als Engel auf der Erde verweilen (wenn auch unsichtbar für die, die uns gekannt haben), gefällt mir sehr gut. Und dieser Glaube hat sich gefestigt, nachdem meine Mutter starb, denn ich habe danach immer wieder ihre Anwesenheit gespürt – nicht nur in den selben Räumen, in dem ich mich gerade befand, sondern auch in Träumen, in denen sie sich mir immer wieder offenbart hat. Oft habe ich von ihr geträumt und die Träume waren so schön und vor allem so real, dass es mir unmöglich war, sie für „ganz normale“ Träume zu halten. Meine Mutter hat mich nach ihrem Tod auf verschiedenster Weise sehr oft besucht, davon bin ich überzeugt. Und eines Tages, viele Jahre nach ihrem Ableben, hatte ich ein seltsames Erlebnis: Ich befand mich gerade im Wohnzimmer, als ich plötzlich ganz intensiv an meine Mutter denken musste – einfach so, aus dem Nichts. Und dann empfand ich eine ganz tiefe Trauer und musste weinen! Denn in dem Moment wusste ich, dass meine Mutter gerade endgültig Abschied von mir genommen hatte und dass sie mich nie wieder besuchen würde, weil sie nun einen Schritt weiter gehen musste. Ich nehme an, dass sie dann in eine weitere Ebene gezogen ist, möglicherweise um wiedergeboren zu werden. Natürlich ist meine Mutter für mich immer noch da, ich trage sie in meinem Herzen, ich habe viele schöne Erinnerungen an sie (und jene, die vielleicht weniger schön waren, habe ich für mich zum Positiven umgewandelt). Und ich sehe sie jeden Morgen, wenn ich im Bad in den Spiegel schaue, denn ich sehe ihr so ähnlich, dass ich niemals leugnen könnte, dass ein Stück von ihr in mir weiterlebt.

Ein guter alter, väterlicher Freund von mir, war der Meinung, dass wir nur aus Materie bestehen und dass nach dem Tod nichts mehr kommt. Eine sehr traurige Vorstellung, die mein Herz nicht zu akzeptieren vermag. Das habe ich ihm damals auch so gesagt, obwohl ich natürlich seine Einstellung respektieren musste, denn was blieb mir anderes übrig? Als er sehr krank wurde und mit seinem baldigen Tod rechnen musste, haben wir noch einmal über dieses Thema gesprochen und ich habe ihm gebeten, falls ich recht habe und er nach seinem Tod noch weiter leben sollte, mir doch bitte ein Zeichen „aus dem Jenseits“ zu geben. Seitdem habe ich immer wieder das Gefühl, als würde jemand plötzlich hinter mir stehen, wenn ich in meiner Küche bin, und mir in die Töpfe schauen. Ob das tatsächlich mein inzwischen verstorbener Freund ist, der mir das versprochene Zeichen geben will, weiß ich nicht, aber ich die Vorstellung gefällt mir einfach. Manchmal habe ich sogar den Eindruck, als würde er sich sogar einen Spaß erlauben und mir die Herdplatten höher drehen – wie ein Lausbub, der sich einen bösen Streich erlaubt. Aber so war Günter, witzig und zu Späßen aufgelegt. Und jedes Mal, wenn ich glaube, seine Anwesenheit in meiner Küche wahrzunehmen, sage ich „Hallo Günter!“ und wenn er mir die Herdplatten aufdreht und mein Essen anbrennt, dann schimpfe ich auch mit ihm – aber niemals böse natürlich. Denn wie könnte ich ihm auch böse sein, wenn er auf so sympathischer Weise sein Versprechen einlöst?

Aber was ist, wenn unser Aufenthalt auf der Erde endgültig zu Ende ist – und wir uns nicht einmal mehr als Geister hier verweilen dürfen? Wo geht unser Geist, wo geht unsere Seele hin? Obwohl ich schon immer an Wiedergeburt geglaubt habe, habe ich in meiner Naivität lange Zeit gedacht, dass wir hier, auf dieser uns bekannten, vertrauten Erde wieder geboren werden würden. Und ich dachte, dass sowohl der Himmel als auch die Hölle sich auf der Erde befinden, und dass wir in ein glückliches Leben auf die Erde wieder kommen, wenn wir uns den Himmel verdient haben, oder ebenfalls auf die Erde, aber in ein weniger schönes Umfeld, wenn wir die Hölle verdient haben, um Buße zu tun und um zu lernen, die Dinge im neuen Leben besser zu machen. Über diese Vorstellung bin ich heute allerdings hinausgewachsen. Einmal habe ich mich mit ein paar Freundinnen über die Möglichkeiten eines Lebens nach dem Tod unterhalten und dann sagte eine von ihnen: „Reinkarnation ja, aber wieso sollen wir wieder auf die Erde kommen?“ Und als ich sie fragte: „Wohin denn sonst?“ da sagte sie: „Naja, auf einer anderen Ebene, natürlich“. Im ersten Augenblick hörte sich das für mich vielleicht so an wie „in einem anderen Level bei einem Computerspiel“, aber dennoch gab es mir zu denken. Und dann kam mein Sohn eines Tages und zeigte mir ein faszinierendes Video auf YouTube, „10 Scary Yet Beautiful Facts About Space & Us„, der mir bewusst machte, wie klein die Erde verglichen mit anderen Planeten oder mit unserer Sonne ist, wie unscheinbar unser Sonnensystem verglichen mit anderen, Millionen Mal größeren Sonnensystemen ist und wie viele Billionen und Trillionen von Sonnensystemen und Galaxien es im Universum gibt… Ich wurde von Demut überwältigt als mir die Unendlichkeit des Universums bewusst wurde und dann merkte ich, wie anmaßend, ja, wie überheblich ich die ganze Zeit gewesen war, die Möglichkeiten für eine Wiedergeburt auf die Winzigkeit der Erde zu begrenzen! (Allerdings kam mir dann auch in den Sinn, warum die Bibel über den „Himmel“ spricht, im Sinne eines Himmels, der alles darstellt, was außerhalb unserer Reichweite, außerhalb der Erde ist… und vielleicht ist damit auch ein Himmel gemeint, der sich in einer ganz anderen Galaxie befindet – wer weiß?)

Wie dem auch immer sei – auch wenn ich nicht weiß, wohin die letzte Reise – die wahrscheinlich auch nicht die letzte sein wird – mich führen wird, glaube ich einfach an ein Leben nach dem Tod, weshalb ich keine Angst davor habe (obwohl ich natürlich jetzt noch lange nicht bereit wäre zu sterben, denn ich habe in diesem Leben noch einiges zu erledigen). Auf jeden Fall bin der festen Überzeugung, dass wir nach unserem Tod zunächst einfach ohne Raum und ohne Zeit weiter leben und in einer Art Parallelwelt schweben, frei von unserem Körper, von der Anziehungskraft der Erde und von den Fesseln der Gesellschaft… Und dann nehmen wir irgendwann wieder Gestalt an und werden wieder geboren – ob auf der Erde oder auf einer anderen Ebene – sei es eine andere Galaxie oder eine für uns unsichtbare Welt… unser Geist und unsere Seele leben weiter! Teilweise bleibt ein Stück von uns hier auf der Erde (in unseren Kindern und in allen Taten und Werken, die wir hier geleistet haben) und teilweise in einer anderen, für uns noch unbekannten Dimension, auf die ich richtig gespannt bin, wenn es bei mir irgendwann so weit ist. Aber das hat noch Zeit (sehr viel Zeit!), denn wie gesagt: Ich habe noch einiges vor, wie z.B. viele weitere Artikel für meinen Blog schreiben, weitere Länder bereisen, neue Menschen kennenlernen und neue Kulturen entdecken, die meine Seel mit Sicherheit weiter bereichern werden.

Aber das sind alles natürlich nur meine eigenen Gedanken und Vorstellungen und jeder ist frei an das zu glauben, was ihm am Plausibelsten erscheint…

Und woran glaubst du? Falls du Lust hast, deine Gedanken und Anregungen mit mir und meinen Lesern zu teilen, fühl dich bitte so frei, die Kommentar-Funktion weiter unten zu benutzen!

Heute mal mit philosophischen Grüßen 😉

Deine Evy ❤

Und hier der Artikel auf Spanisch / Y aquí el artículo en español: De Dios y del mundo

Das Foto auf dem Titelbild habe ich im Jahr 2011 in Kas in der Türkei gemacht.

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De la mente y del cuerpo

De la mente y del cuerpo

Hay una frase muy antigua y muy sabia que dice “mente sana en cuerpo sano”.

La gente anda repitiendo esta frase desde hace siglos, pero son pocos los que saben que fue el poeta romano Decimus lunius Juvenal quien la escribió entre los siglos 1 y 2 después de Cristo. ¡Y cuánta razón tenía Juvenal! Pues nuestro cuerpo es la casa en la que habita nuestra mente y por eso es de suma importancia que llevemos una vida sana y cuidemos a nuestro cuerpo como cuidamos a nuestra casa – aquella casa en la que vivimos, es decir en la que habita nuestro cuerpo. Solo con la pequeña diferencia de que de nuestra casa podemos mudarnos a otra cuando ésta ya se está cayendo a pedazos – ¡mientras que nuestra mente está atada a nuestro cuerpo de por vida! Y si no cuidamos a nuestro cuerpo, éste se terminará desmoronando… Y entonces nuestra mente (es decir nuestra alma) perderá su casa, terminando así con la vida que llevamos en esta nuestra Tierra hermosa… (aunque claro que no podemos excluir la posibilidad de que fuera de nuestro cuerpo, sigamos viviendo, solo que no sabemos con exactitud en qué forma. Y además: ¿quién quiere morirse voluntariamente antes de tiempo?) 

Por eso es altamente importante que tratemos con cuidado y con cariño a nuestro cuerpo, que nos ha sido prestado y confiado por el tiempo que permanezcamos en esta tierra. ¡Recuerda que cuerpo tenemos solo uno!

Hay un montón de consejos sobre cómo llevar una vida sana y todo lo bueno que podemos hacer por nuestro cuerpo. Las más importantes son – como todos sabemos hoy en día – hacer deporte, alimentarnos bien, beber mucha agua, salir al aire fresco todos los días, evitar el estrés, relajarnos de vez en cuando, dormir suficiente, tomar alcohol solo en forma moderada y evitar las drogas y el tabaco. (Sin olvidar mi secreto favorito para fortalecer el sistema inmunológico, que es: ¡ir regularmente a la sauna y después refrescarnos con una buena ducha bien helada!)

Efectivamente existen muchísimos consejos para la salud corporal, muchos de ellos aquí en internet, por lo cual no quiero entrar en detalles, sobre todo porque hoy quiero dedicarle unas líneas a nuestra mente.

La salud del alma depende de la salud de nuestro cuerpo – eso no es ninguna novedad. ¡Pero lo que la mayoría de la gente parece no saber es que también la salud de nuestro cuerpo depende en gran forma de cuán sana esté nuestra mente!

A este respecto podría contarte varias anécdotas personales sobre señales que me ha ido enviando mi cuerpo en forma de síntomas durante el transcurso de los años, síntomas que me han llevado a prestar más atención al bienestar y la salud de mi mente. Como por ejemplo cuando me zumban los oídos o me duele la espalda cuando mi cuerpo me está advirtiendo que tengo demasiado estrés y que debería de hacer una pausa. O cuando me duele la barriga porque estoy ignorando mis propios sentimientos en lugar de aceptarlos.

En otoño de 2015 tuve una experiencia especialmente rara, cuando empecé a sentir como unos golpecitos en mi cabeza. No me dolía la cabeza, más bien se sentía como si mi corazón estuviera latiendo dentro de mi cabeza en lugar de en mi pecho. Era bien curioso y empezaba siempre en los momentos más inesperados – a veces incluso despertándome a mitad de la noche, de modo que ya no podía volver a conciliar el sueño. Me fue al médico de cabecera, al cardiólogo y al neurólogo, pero todos los exámenes decían que físicamente, ¡no tenía nada! ¿Y entonces por qué sentía esos golpecitos en mi cabeza?

Era como si un hombrecito estuviera allí encerrado, tocando la puerta para llamar mi atención – ¡para que yo lo libere!

Y siguieron los golpecitos unos 2 ó 3 meses sin encontrar la raíz del problema. Hasta que de pronto, un buen día, el hombrecito desapareció tan repentinamente como había llegado – ¡y sin siquiera despedirse! (¡Y también sin revelarme qué me había querido decir, el muy travieso!) Sin embargo, mientras el hombrecito estuvo allí, tocando la puerta de mi cabecita, empecé a prestarle más atención a las necesidades de mi mente:

Empecé a hacer más cosas que me gustan y dejé de preocuparme tanto sobre si la gente a mi alrededor aprueba lo que hago o no. ¡Por último, solo puedo hacer felices a los míos si yo misma soy feliz! Y al parecer surtió efecto, puesto que el hombrecito de mi cabeza desapareció una vez que vio cumplida su misión. (¿Quizás ese hombrecito era simplemente mi subconsciente, queriendo recordarme que piense más en mí misma?)

La salud de la mente tiene mucho más que ver con nuestros sentimientos y emociones de lo que yo creía. Tiene algo que ver con nuestra forma de interpretar nuestras emociones y con nuestra actitud personal en general.

Hay un método de curación neurocientífico que se dedica al estudio de la influencia de las emociones sobre la salud física. Este método o teoría se llama BioNeuroEmoción (BNE). En enero de 2016 tuve la suerte de asistir a la conferencia de un terapeuta español especializado en el tema de la BioNeuroEmoción, que estaba de visita en Alemania cuando fui a visitar a mi prima en Munich. Debo confesar que al principio fui con un cierto escepticismo, sin embargo, la charla me sorprendió de manera muy positiva y aprendí tantas cosas interesantes y valiosas que al final quedé altamente agradecida con mi prima por haberme insistido en que la acompañe. Durante la charla se habló de los problemas de varios participantes incluyendo algunas de mis propias dolencias, que ahora he conseguido vencer por completo gracias a las enseñanzas de aquél terapeuta español tan sabio.

Es un hecho comprobado que las personas que son positivas y alegres, que hacen aquello que les gusta, que no son rencorosas y saben perdonar a otros y a sí mismos y que son agradecidos por lo que tienen en lugar de ser envidiosos, se enferman menos seguido.

Los síntomas que sufrimos con relación a una enfermedad son a menudo simplemente señales de nuestro cuerpo de que algo estamos haciendo o percibiendo mal – ¡y por eso tenemos que cambiar urgentemente nuestra manera de pensar! 

¿Pero cómo interpretar las señales de nuestro cuerpo? ¿Y cómo cambiar nuestra actitud o manera de pensar? ¿Y sobre todo, cómo alcanzar la felicidad para poder pensar en forma positiva? 

Las señales las interpretamos tomando consciencia, es decir abriendo los ojos, el corazón y todos nuestros sentidos hacia nosotros mismos y hacia el mundo que nos rodea.

Nuestra actitud la cambiamos analizando nuestras creencias y transformándolas conscientemente en creencias positivas. Y es que todo es cuestión de la perspectiva con que se miran las cosas – ¡y un cambio de perspectiva a veces llega a hacer milagros!

Pensamos positivamente cuando sentimos gratitud por todo lo que tenemos, en lugar de estar añorando constantemente aquello que no tenemos.

Para sanarnos tenemos sobre todo que perdonar, en lugar de estar guardando rencores y abrumando nuestra mente y nuestra alma con pensamientos negativos.

¡Además, somos especialmente felices cuando hacemos aquello que más nos gusta hacer!

Pero también cuando tratamos a nuestro prójimo con respeto y amabilidad – pues aquello que damos a otros regresa a nosotros – ¡como un bumerang!

Esos son solo unos cuantos pensamientos que quería compartir hoy contigo. Pronto volveré a escribir otro artículo y espero que disfrutes mucho de la lectura. Si te han gustado estas líneas y si conoces a alguien que las pudiera necesitar, ¡por favor no dudes en compartir el mensaje!

¡Muchas gracias por leerme!

Te saluda de todo corazón

Evy ❤

Y aquí el artículo en alemán / Und hier der Artikel auf Deutsch: Über Geist und Körper

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Über Geist und Körper

Über Geist und Körper

Es gibt eine alte Weisheit, die besagt In einem gesunden Körper wohnt ein gesunder Geist“.

Dieser Satz wird immer wieder zitiert, doch die Wenigsten wissen, dass er schon zwischen dem 1. und dem 2. Jahrhundert vom römischen Dichter Decimus lunius Juvenal geschrieben wurde. Und wie recht Juvenal hatte! Denn unser Körper ist das Haus, in dem unser Geist wohnt, und daher ist es besonders wichtig, dass wir gesund leben und unseren Körper pflegen, sowie wir auch die Wohnung pflegen, in dem wir in der Gestalt unseres Körpers wohnen. Nur mit dem kleinen Unterschied, dass wir (also unsere Körper) aus einer verfallenen Wohnung jederzeit in eine neue Wohnung umziehen können – während unser Geist lebenslang an seinem Haus, d. h. an dem Körper, in dem er wohnt, gebunden ist! Pflegt man seinen Körper nicht, dann verfällt dieser irgendwann. Und dann hat unser Geist kein Haus mehr und es ist vorbei mit dem Leben, das wir auf unserer schönen Erde in der Gestalt unseres Körpers führen… (wobei natürlich nicht auszuschließen ist, dass wir danach auch außerhalb unseres Körpers weiterleben, auch wenn wir nicht wissen, in welcher Form. Und außerdem: Wer will freiwillig schon früher sterben?)

Und deshalb ist es so besonders wichtig, dass wir mit unserem Körper, der uns für die Dauer unseres Aufenthalts auf dieser Erde anvertraut wurde, umsichtig und liebevoll umgehen. Denn wir haben nur diesen einen Körper!

Es gibt jede Menge Tipps, wie man gesund lebt und seinem Körper Gutes tut. Die wichtigsten sind – wie jeder heutzutage weiß – Sport machen, sich gesund ernähren und viel Wasser trinken. Aber auch täglich an die frische Luft gehen, Stress meiden und sich regelmäßig eine Atempause gönnen, genügend schlafen, Alkohol nur gemäßigt genießen sowie Tabak und Drogen meiden… (Nicht zu vergessen meines persönlichen Favorits zur Stärkung des Immunsystems: regelmäßig in die Sauna gehen und sich anschließend ausgiebig mit eiskaltem Wasser abkühlen!)

Ja, es gibt jede Menge Ratschläge für die Gesundheit des Körpers, vor allem hier im Internet, weshalb ich jetzt nicht näher darauf eingehen werde – zumal der Fokus meines heutigen Themas eher dem Geist als dem Körper gilt!

Die Gesundheit des Geistes hängt von der Gesundheit des Körpers ab – das wissen wir alle schon lange. Aber woran die meisten Menschen nicht denken, ist dass die Gesundheit des Körpers umgekehrt auch stark davon abhängt, wie gesund unser Geist ist!

Ich könnte beispielsweise über ein paar persönliche Erfahrungen berichten. Über Signale, die mir mein Körper im Laufe der Jahre in Form von Symptomen gesendet hat, damit ich mehr auf das Wohlbefinden und somit auf die Gesundheit meines Geistes achte: Zum Beispiel, wenn ich Tinnitus oder Rückenschmerzen bekomme: Dann will mir mein Körper sagen, dass ich zu viel Stress habe und mir eine Atempause gönnen soll. Oder manchmal habe ich auch Bauchschmerzen: Das kommt meistens vor, wenn ich etwas verdränge, anstatt meine Gefühle zuzulassen.

Im Herbst 2015 hatte ich ein besonders seltsames Erlebnis: Da fing es plötzlich an, in meinem Kopf zu klopfen. Ich hatte keine Kopfschmerzen, und dennoch fühlte es sich an, als würde mein Herz in meinem Kopf statt in meinem Brustkorb klopfen! Das war sehr merkwürdig und es kam immer ganz unerwartet – manchmal wurde ich sogar mitten in der Nacht davon wach und konnte dann nicht mehr einschlafen. Ich ging zum Hausarzt, zum Kardiologen und zum Neurologen, doch alle Untersuchungen ergaben, dass es mir körperlich gut ging! Aber warum hatte ich dann dieses Klopfen in meinem Kopf?

Es war, als wäre ein kleiner Mann darin eingesperrt, der auf sich aufmerksam machen wollte, damit ich ihn höre – und ihn befreie!

Das ging so ungefähr 2 oder 3 Monate, ohne dass ich herausfinden konnte, was mein Problem war. Und auf einmal war der kleine Mann in meinem Kopf wieder verschwunden –  genauso plötzlich wie er gekommen war und ohne sich zu verabschieden! (Und auch ohne mir zu verraten, was er von mir wollte, der Schlingel!) Aber als er noch in meinem Kopf klopfte, fing ich an, mehr auf die Bedürfnisse meines Geistes zu achten:

Ich fing an, mehr Dinge zu tun, die mir Spaß machten, und mir weniger Gedanken darüber zu machen, ob meine Mitmenschen das befürworteten oder nicht. Schließlich kann ich meine Mitmenschen nur glücklich machen, wenn ich selbst glücklich bin! Und offensichtlich hat das gewirkt, denn „der kleine Mann“ verschwand, als er wohl seine Mission erfüllt hatte. (War er vielleicht einfach nur mein Unterbewusstsein, der mich an mich selbst erinnern wollte?)

Die Gesundheit des Geistes hat viel mehr mit unseren Gefühlen und Emotionen zu tun als mir bewusst war. Sie hat was mit der Art, wie wir mit unseren Emotionen umgehen und natürlich auch mit unserer persönlichen Einstellung im Allgemeinen zu tun.

Es gibt eine heilpraktische, neurowissenschaftliche Methode, die sich mit dem Einfluss der Emotionen auf die körperliche Verfassung befasst. Diese Theorie heißt BioNeuroEmotion (BNE). Im Januar 2016 hatte ich das Glück, den Vortrag eines spanischen Therapeuten, der auf dem Gebiet der BNE spezialisiert ist, zu besuchen. Er war gerade in München, als ich meine Cousine dort besuchte und ich muss gestehen, dass ich zunächst mit einer gewissen Skepsis dorthin gegangen bin. Aber ich wurde positiv überrascht und der Vortrag war so spannend und lehrreich, dass ich meiner Cousine im Nachhinein enorm dankbar dafür war, dass sie mich mitgenommen hatte. Ich hatte selbst ein paar Wehwehchen, die während des Vortrags besprochen wurden, und die ich inzwischen dank der Techniken, die mir jener weiser Spanier beibrachte, inzwischen vollständig besiegt habe.

Tatsache ist, dass Menschen, die positiv und fröhlich sind, die das tun was sie lieben, die keinen Groll hegen und sich selbst und andere verzeihen, und vor allem jene die dankbar sind für das, was sie haben, anstatt neidisch zu sein, weniger oft krank werden.

Denn häufig sind die Symptome, die wir in Verbindung mit einer Krankheit erleben, einfach nur Zeichen unseres Körpers, dass wir etwas falsch machen oder falsch empfinden – und dringend umdenken müssen!

Aber wie deuten wir diese Zeichen unseres Körpers, und wie ändern wir unsere Einstellung? Und vor allem, wie erreicht man diesen Zustand des Glücks, um überhaupt positiv denken zu können?

Die Zeichen erkennt man durch Achtsamkeit, d. h. in dem wir unsere Augen, unser Herz und alle Sinne für uns selbst und für die Welt um uns herum offen halten.

Unsere Einstellung ändern wir, indem wir unsere Glaubenssätze analysieren und bewusst zum Guten wenden. Denn es ist alles eine Sache der Perspektive – und manchmal bewirkt ein Perspektivwechsel einfach Wunder!

Positiv werden wir, indem wir Dankbarkeit empfinden, für alles was wir haben, anstatt uns ständig nach dem zu sehnen, was wir nicht haben können.

Und gesund werden wir vor allem, wenn wir verzeihen, anstatt immer Groll zu hegen und unsere Seele und Gedanken mit negativen Gefühlen zu belasten.

Und besonders glücklich werden wir dann, wenn wir das tun was wir lieben!

Aber auch wenn wir anderen Menschen mit Respekt und Freundlichkeit begegnen – denn wir bekommen immer das zurück, was wir geben… wie ein Bumerang!

Das sind nur ein paar Gedanken, die ich heute mit dir teilen wollte. Bald werde ich wieder einen neuen Artikel schreiben und hoffe, dass du viel Freude hast am Lesen. Und wenn dir diese Zeilen gefallen haben und du jemanden kennst, der davon profitieren könnte, dann zögere bitte nicht und teile diese Botschaft!

Vielen Dank fürs Lesen!

Es grüßt dich herzlich

deine Evy ❤

Und hier der Artikel auf Spanisch / Y aquí el artículo en español: De la mente y del cuerpo

Das Foto auf dem Titelbild habe ich 2013 in Sardinien gemacht.

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Ziegenfrischkäse selbst herstellen

Ziegenfrischkäse selbst herstellen

Zu diesem Rezept habe ich mich inspirieren lassen, als ich ein ähnliches Rezept im Internet fand. Allerdings ging es dabei um Frischkäse aus Kuhmilch und die Mengenangaben waren nicht so genau spezifiziert. Nach ein paar Mal experimentieren fand ich endlich die passenden Proportionen, um sowohl die richtige Konsistenz als auch den perfekten Geschmack zu erreichen. Wenn man einmal die genauen Mengen hat, ist Frischkäse erstaunlich leicht zuzubereiten (auch wenn ich es hier ziemlich detailliert beschrieben habe).

Inzwischen habe ich diesen Käse einige Male hergestellt – sowohl mit Kuhmilch als auch mit Ziegenmilch, wobei ich als Ziegenkäseliebhaber sagen muss, dass ich diesen besonders lecker finde. Aber das ist natürlich Geschmacksache und die hier genannten Mengenangaben passen sowohl für Kuh- als auch für Ziegenfrischkäse gleichermaßen.

Ziegenkäse ist übrigens sehr gesund! Denn die Ziegenmilch, aus der er gemacht wird, enthält weniger Fett, Milchzucker und Kalorien als Kuhmilch, was ihn bekömmlicher macht, insbesondere für Menschen mit Laktoseintoleranz. Und sie enthält mehr wertvolle Mineralien und Vitamine als Kuhmilch. Ziegenmilch und somit auch Ziegenkäse sind besonders reich an Kalzium, was gut u.a. für die Knochen ist, und an ungesättigten Fettsäuren, was krebsvorbeugend wirkt.

Und so stelle ich meinen Ziegenfrischkäse her:

Zutaten:

  • 1 Liter Ziegenmilch (Fettgehalt ca. 3%)
  • 150 – 350 ml Naturjoghurt (1-2 kleine Becher, abhängig von der gewünschten Konsistenz)*
  • 2 saftige Limetten oder Zitronen
  • 1 EL Salz

*Wenn du möchtest, dass dein Frischkäse fest wird (etwa wie Feta-Käse), dann nimm nur 1 Becher Joghurt à 150 ml. Wenn dein Frischkäse streichzart werden soll, dann nimm 2 Becher à 150 ml (Gesamtmenge 300 ml).

Was wir sonst noch benötigen:

  • 1 Topf
  • 1 Holzlöffel
  • 1 großes Sieb
  • 1 Käsetuch (oder alternativ auch ein sauberes Küchentuch)
  • 1 Schaumlöffel


Zubereitung:

  • Die Milch in den Topf gießen und zum Kochen bringen. Sobald sie anfängt zu kochen, den Topf von der Kochstelle nehmen, Joghurt, Limette und Salz hineingeben, mit dem Holzlöffel vermischen und dann nochmals kurz aufkochen.
  • Die Herdplatte ausmachen, den Topf zudecken und ca. 3-4 Stunden ruhen lassen. Zwischendurch sollte man prüfen, ob die Milch auch gerinnt. Dabei sollte sich die Molke (eine klare, grünliche Flüssigkeit) vom Käse trennen. Sollte dies nicht der Fall sein, kann man noch eine halbe Zitrone dazu geben. In diesem Fall dann nochmals kurz aufkochen, umrühren, Herdplatte wieder ausmachen und dann weiterhin ruhen lassen, bis die Trennung wie von selbst vollzogen ist.
  • Nun legen wir das Käse- oder Küchentuch über das große Sieb und das Sieb über eine Schüssel, falls wir die Molke auffangen wollen. (Man kann die Molke auch mit etwas Honig und Frucht- oder Limettensaft trinken, sie ist ebenfalls sehr gesund, da sie viele Vitamine und Mineralstoffe enthält. Außerdem kann man sie später verwenden, um etwas davon in den fertigen Käse wieder hineinzumischen, wenn man diesen im Nachhinein etwas geschmeidiger haben möchte).
  • Mit dem Schaumlöffel fischen wir nun die größeren Brocken Käse aus dem Topf und geben sie in das Sieb. Die kleineren Brocken können zum Schluss vorsichtig direkt aus dem Topf in das Sieb gegossen werden. Wenn wir den Frischkäse etwas fester haben möchten, nehmen wir das Käsetuch aus dem Sieb heraus und „melken“ es vorsichtig, bis kaum noch Flüssigkeit herauskommt. Im Käsetuch bleibt dann der Frischkäse, der nun von der Molke vollständig getrennt ist.
  • Anschließend legen wir 2 Blätter Küchenpapier in eine Schüssel hinein, nehmen den Käse aus dem Käsetuch heraus und geben ihn in die Schüssel aufs Papier, drücken ihn fest zu, damit er beim Abkühlen zusammenhält, schließen die Schüssel dann zu und stellen sie in den Kühlschrank mindestens 8 Stunden oder über Nacht. Und so haben wir am nächsten Tag einen richtig köstlichen Ziegenfrischkäse zum Frühstück! (Der Käse sollte nun so aussehen wie auf dem Titelbild. Das Küchenpapier dient übrigens dazu, den letzten Rest überflüssiger Molke aufzusaugen).
  • Wenn man den Frischkäse cremiger haben möchte, um ihn leichter aufs Brot zu streichen, kann man wieder etwas von der Molke oder auch etwas Sahne dazu geben und mit einer Gabel vermischen. Und wenn man mag, kann man ihn auch mit Kräutern der Provence und/oder Chilipulver und/oder Knoblauchpaste und/oder etwas Olivenöl würzen. Die Geschmäcker sind natürlich unterschiedlich und der Fantasie sind keine Grenzen gesetzt!

So habe ich kürzlich meinen Ziegenfrischkäse eingelegt: in einem Glas mit Olivenöl und Kräutern. So schmeckt er besonders lecker und stellt außerdem ein schönes Geschenk dar, wenn man z.B. auf einer Geburtstagsfeier eingeladen ist! 🙂

Köstlich!!! (Läuft euch das Wasser nicht auch im Mund zusammen?) 🙂

Und hier das Rezept auf Spanisch / Y aquí la receta en español: Cómo preparar queso fresco de cabra

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