Hay una frase muy antigua y muy sabia que dice “mente sana en cuerpo sano”.
La gente anda repitiendo esta frase desde hace siglos, pero son pocos los que saben que fue el poeta romano Decimus lunius Juvenal quien la escribió entre los siglos 1 y 2 después de Cristo. ¡Y cuánta razón tenía Juvenal! Pues nuestro cuerpo es la casa en la que habita nuestra mente y por eso es de suma importancia que llevemos una vida sana y cuidemos a nuestro cuerpo como cuidamos a nuestra casa – aquella casa en la que vivimos, es decir en la que habita nuestro cuerpo. Solo con la pequeña diferencia de que de nuestra casa podemos mudarnos a otra cuando ésta ya se está cayendo a pedazos – ¡mientras que nuestra mente está atada a nuestro cuerpo de por vida! Y si no cuidamos a nuestro cuerpo, éste se terminará desmoronando… Y entonces nuestra mente (es decir nuestra alma) perderá su casa, terminando así con la vida que llevamos en esta nuestra Tierra hermosa… (aunque claro que no podemos excluir la posibilidad de que fuera de nuestro cuerpo, sigamos viviendo, solo que no sabemos con exactitud en qué forma. Y además: ¿quién quiere morirse voluntariamente antes de tiempo?)
Por eso es altamente importante que tratemos con cuidado y con cariño a nuestro cuerpo, que nos ha sido prestado y confiado por el tiempo que permanezcamos en esta tierra. ¡Recuerda que cuerpo tenemos solo uno!
Hay un montón de consejos sobre cómo llevar una vida sana y todo lo bueno que podemos hacer por nuestro cuerpo. Las más importantes son – como todos sabemos hoy en día – hacer deporte, alimentarnos bien, beber mucha agua, salir al aire fresco todos los días, evitar el estrés, relajarnos de vez en cuando, dormir suficiente, tomar alcohol solo en forma moderada y evitar las drogas y el tabaco. (Sin olvidar mi secreto favorito para fortalecer el sistema inmunológico, que es: ¡ir regularmente a la sauna y después refrescarnos con una buena ducha bien helada!)
Efectivamente existen muchísimos consejos para la salud corporal, muchos de ellos aquí en internet, por lo cual no quiero entrar en detalles, sobre todo porque hoy quiero dedicarle unas líneas a nuestra mente.
La salud del alma depende de la salud de nuestro cuerpo – eso no es ninguna novedad. ¡Pero lo que la mayoría de la gente parece no saber es que también la salud de nuestro cuerpo depende en gran forma de cuán sana esté nuestra mente!
A este respecto podría contarte varias anécdotas personales sobre señales que me ha ido enviando mi cuerpo en forma de síntomas durante el transcurso de los años, síntomas que me han llevado a prestar más atención al bienestar y la salud de mi mente. Como por ejemplo cuando me zumban los oídos o me duele la espalda cuando mi cuerpo me está advirtiendo que tengo demasiado estrés y que debería de hacer una pausa. O cuando me duele la barriga porque estoy ignorando mis propios sentimientos en lugar de aceptarlos.
En otoño de 2015 tuve una experiencia especialmente rara, cuando empecé a sentir como unos golpecitos en mi cabeza. No me dolía la cabeza, más bien se sentía como si mi corazón estuviera latiendo dentro de mi cabeza en lugar de en mi pecho. Era bien curioso y empezaba siempre en los momentos más inesperados – a veces incluso despertándome a mitad de la noche, de modo que ya no podía volver a conciliar el sueño. Me fue al médico de cabecera, al cardiólogo y al neurólogo, pero todos los exámenes decían que físicamente, ¡no tenía nada! ¿Y entonces por qué sentía esos golpecitos en mi cabeza?
Era como si un hombrecito estuviera allí encerrado, tocando la puerta para llamar mi atención – ¡para que yo lo libere!
Y siguieron los golpecitos unos 2 ó 3 meses sin encontrar la raíz del problema. Hasta que de pronto, un buen día, el hombrecito desapareció tan repentinamente como había llegado – ¡y sin siquiera despedirse! (¡Y también sin revelarme qué me había querido decir, el muy travieso!) Sin embargo, mientras el hombrecito estuvo allí, tocando la puerta de mi cabecita, empecé a prestarle más atención a las necesidades de mi mente:
Empecé a hacer más cosas que me gustan y dejé de preocuparme tanto sobre si la gente a mi alrededor aprueba lo que hago o no. ¡Por último, solo puedo hacer felices a los míos si yo misma soy feliz! Y al parecer surtió efecto, puesto que el hombrecito de mi cabeza desapareció una vez que vio cumplida su misión. (¿Quizás ese hombrecito era simplemente mi subconsciente, queriendo recordarme que piense más en mí misma?)
La salud de la mente tiene mucho más que ver con nuestros sentimientos y emociones de lo que yo creía. Tiene algo que ver con nuestra forma de interpretar nuestras emociones y con nuestra actitud personal en general.
Hay un método de curación neurocientífico que se dedica al estudio de la influencia de las emociones sobre la salud física. Este método o teoría se llama BioNeuroEmoción (BNE). En enero de 2016 tuve la suerte de asistir a la conferencia de un terapeuta español especializado en el tema de la BioNeuroEmoción, que estaba de visita en Alemania cuando fui a visitar a mi prima en Munich. Debo confesar que al principio fui con un cierto escepticismo, sin embargo, la charla me sorprendió de manera muy positiva y aprendí tantas cosas interesantes y valiosas que al final quedé altamente agradecida con mi prima por haberme insistido en que la acompañe. Durante la charla se habló de los problemas de varios participantes incluyendo algunas de mis propias dolencias, que ahora he conseguido vencer por completo gracias a las enseñanzas de aquél terapeuta español tan sabio.
Es un hecho comprobado que las personas que son positivas y alegres, que hacen aquello que les gusta, que no son rencorosas y saben perdonar a otros y a sí mismos y que son agradecidos por lo que tienen en lugar de ser envidiosos, se enferman menos seguido.
Los síntomas que sufrimos con relación a una enfermedad son a menudo simplemente señales de nuestro cuerpo de que algo estamos haciendo o percibiendo mal – ¡y por eso tenemos que cambiar urgentemente nuestra manera de pensar!
¿Pero cómo interpretar las señales de nuestro cuerpo? ¿Y cómo cambiar nuestra actitud o manera de pensar? ¿Y sobre todo, cómo alcanzar la felicidad para poder pensar en forma positiva?
Las señales las interpretamos tomando consciencia, es decir abriendo los ojos, el corazón y todos nuestros sentidos hacia nosotros mismos y hacia el mundo que nos rodea.
Nuestra actitud la cambiamos analizando nuestras creencias y transformándolas conscientemente en creencias positivas. Y es que todo es cuestión de la perspectiva con que se miran las cosas – ¡y un cambio de perspectiva a veces llega a hacer milagros!
Pensamos positivamente cuando sentimos gratitud por todo lo que tenemos, en lugar de estar añorando constantemente aquello que no tenemos.
Para sanarnos tenemos sobre todo que perdonar, en lugar de estar guardando rencores y abrumando nuestra mente y nuestra alma con pensamientos negativos.
¡Además, somos especialmente felices cuando hacemos aquello que más nos gusta hacer!
Pero también cuando tratamos a nuestro prójimo con respeto y amabilidad – pues aquello que damos a otros regresa a nosotros – ¡como un bumerang!
Esos son solo unos cuantos pensamientos que quería compartir hoy contigo. Pronto volveré a escribir otro artículo y espero que disfrutes mucho de la lectura. Si te han gustado estas líneas y si conoces a alguien que las pudiera necesitar, ¡por favor no dudes en compartir el mensaje!
¡Muchas gracias por leerme!
Te saluda de todo corazón
Evy ❤
Y aquí el artículo en alemán / Und hier der Artikel auf Deutsch: Über Geist und Körper
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