Estos versos – o mejor dicho la versión original de los mismos (Un Océano y dos Continentes – parte I) los escribí hace 20 años, cuando cumplí mis primeros 10 años en Alemania. Hay quienes dicen que se trata de mis mejores versos, sin embargo quise actualizarlos antes de compartirlos aquí en mi página web, ya que en estos últimos 20 años desde que los escribí, mi vida ha cambiado bastante. Esta semana por fin tuve tiempo no sólo para actualizarlos, sino también para traducirlos al alemán, de modo que puedo publicar paralelamente ambas versiones. Sin embargo, debo señalar que en realidad no se trata simplemente de una poesía, sino más bien de una balada, ya que consta de 22 estrofas, y también por el hecho de que relata una historia – ¡la historia de mi vida!
– 30 años –
(Un Océano y dos Continentes – parte II)
Han pasado ya treinta años
desde que mi patria dejé;
tuve éxitos y desengaños
hasta que me acostumbré.
Cuando en el Perú aún vivía
no tenía preocupaciones,
pues mi familia me protegía
sin dudas ni cavilaciones.
A Alemania me vine a vivir,
me vine a buscar la suerte,
mas el frío me hacía sufrir
y una nostalgia muy fuerte.
El principio no fue tan regio:
no hablaba suficiente alemán
y tuve que volver al colegio
para poder ganarme el pan.
Luego conseguí un buen trabajo
sin hacer grandes maromas.
¡Valió la pena, carajo,
el aprender cuatro idiomas!
Conocí a mi primer amor,
y sentí una gran ilusión,
lo amé con mucho fervor
hasta que se acabó la pasión.
Muy pronto me conseguí
un círculo de amistades
y con ellos compartí
mis lágrimas y felicidades.
Y así empecé a formar parte
de la sociedad alemana,
sin que por ello descarte
mi corazón de peruana.
Conocí a mi primer esposo
quien me colmó de alegría
regalándome un hijo hermoso
¿qué más pedir yo podría?
Mas al cabo de unos años
de aquél esposo me cansé.
Nos habíamos vuelto extraños
y un buen día me separé.
Y fue entonces que conocí
al gran amor de mi vida.
Me enamoré apenas lo ví
¡A la tercera va la vencida!
Yo tenía un hijo pequeño
y él dos hijas adolescentes.
El era muy hogareño
y tenía lindos parientes.
El amor siguió creciendo
y un buen día nos casamos,
y hoy vivimos compartiendo
todo ese amor que nos damos.
Los años han ido pasando,
nuestros hijos ya crecieron.
Y nosotros seguimos gozando
de las vivencias que nos unieron.
Y este amor nos une aún más
y por eso aquí estoy atada.
No podría irme jamás
a mi tierra tan amada.
Tan sólo cada dos años
al Perú voy de visita
a ver a mi padre y hermanos,
a mi tía y mis amiguitas.
Y cada vez que al Perú voy
el tiempo se pasa volando,
y cuando más a gusto estoy,
ya tengo que estar regresando.
Y así me paso la vida,
con el corazón desgarrado,
por dejar a mi patria querida
y a mi familia de lado.
Pero hablando sinceramente:
en Alemania también soy feliz.
Aquí he vivido intensamente
y por eso amo a este país.
Mis dos patrias están separadas
por un océano y dos continentes.
Mis dos tierras tan amadas
son países muy diferentes.
Yo les digo algo muy cierto:
para tener dos nacionalidades
hay que ser muy abierto
y aceptar otras mentalidades.
Quizás un día en mi vejez
podré tener la suerte
de volver al Perú otra vez
y allí quedarme hasta la muerte.
evy-is-online.com ©
2017
Y aquí la versión en alemán: 30 Jahre
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